Cumplo 30 años, soy ama de casa, casada desde hace 5 años y madre de una niña de dos años. Había una voz fuerte dentro de mi cabeza que me imploraba dar el primer paso hacia mi sueño de iniciar mi propio negocio. Y el resto, como suele decirse, ¡es historia! Yo veía mi éxito y lo sentía, mientras que nadie más lo hacía, ni siquiera mi marido. Pero no me rendí, me mantuve firme en mi creencia y trabajé duro para cumplir cada paso poco a poco. Pronto mi marido empezó a ver mis progresos y por fin se convenció para subirse al carro y entusiasmarse conmigo. Viví cuatro años en Dinamarca y la calidad de vida me inspiró mucho. Los daneses viven con unos estándares muy altos: comen alimentos ecológicos y sanos, compran ropa de buena calidad y duradera y llevan joyas auténticas. También me di cuenta de que hoy en día, en muchas culturas y países, la gente valora los productos auténticos y de alta calidad en lugar de las cosas baratas que no duran mucho. Esto me inspiró para ofrecer un espacio a la gente que quiere darse un capricho con joyas de buena calidad y piedras preciosas auténticas. Un lugar en el que se dé la máxima importancia a la calidad y no se comprometa en modo alguno. Assil, así me llamó mi padre; significa "La mejilla suave". Así que le puse mi nombre a mi joyería en honor a él y a sus recuerdos y con la esperanza de que pueda estar orgulloso de mí desde donde quiera que esté ahora.